1. El origen del marmolado





Es el reflejo en el agua,

es nuestro mundo interno,
de nuestras alegrías,
de nuestros amores
y de nuestras tormentas internas
lo que no se refleja en el espejo







1.1 Suminagashi.

La técnica que conocemos en Occidente como marmolado tiene su origen en Japón con el nombre de suminagashi. Etimológicamente significa “tinta flotando”. Surge entre los siglos IX y XII. Los primeros dibujantes usaban sólo tintas azules y negras, con las que formaban círculos que luego distorsionaban soplando o con abanicos, generando patrones. 

En “Notas sobre estética japonesa”, Amalia Sato aborda la cuestión del monocromatismo:

“Hay un ciclo de tres siglos, el XIV, XV y XVI, que insisten en una estética de lo monocromático, lo frío, lo solitario, lo desvaído…
No es que se pierda el aprecio por el color: la cultura heterodoxa y desclasada de los danzarines y yujo (prostitutas, bailarinas y cortesanas) con sus colores, sus nuevos peinados, su llamativa elegancia fascina y bien que ocupará el centro de los siglos XVII y XVII. Pero la estética oficial estará marcada por la austeridad. Se elabora un ideal de belleza abstracta, en una línea no china. Frente a lo macizo y en gran escala propio del continente, un modo para las cortes guerreras limpio, despojado, puro, sin color”.[1]

“Este arte llegó a ser muy popular entre los miembros de la realeza cuando los dibujos empezaron a servir para decorar el papel. Para ello se usaban láminas absorbentes que en contacto con la superficie del agua tintada, permitían la transferencia del dibujo. De esta manera se conseguían diseños con formas similares al humo”[2]

De igual manera, servía de soportes a la caligrafía, a los poemas y luego a los documentos oficiales. De Asia, el papel marmolado pasa a Turquía donde conoce un nuevo auge, apareciendo los colores todavía pálidos pero variados. Luego, sigue su camino hacia Occidente en el siglo XVII, y llega a Italia, Francia, Alemania e Inglaterra y gracias a los intercambios comerciales se instala en toda Europa.

“Existen diferentes técnicas para la fabricación del papel marmolado, la más simple consiste en hacer flotar tintas con base de aceite sobre agua. La tradición dice que esta técnica habría sido inventada al siglo XVII por Mace Ruette, encuadernador oficial del Rey XVIII, quien quería obtener papel que se pareciese al mármol, de aquí el nombre marmolado. En los siglos subsiguientes, esta técnica de decoración fue muy popular en Europa, y era considera como un arte complementario al encuadernación”[3]


1.2 Ebru

El “ebru” es el arte de pintar sobre agua condensada con  tierra y pinturas en polvo. Es una de las artes decorativas más antiguas. El “ebru” es el reflejo en el agua de nuestras tormentas internas, nuestras alegrías,  nuestros amores… El agua y uno mismo… Cada gota vertida con gran devoción es su sonrisa o lágrima…

La palabra “ebru”, con la que este arte vino a conocerse a lo largo del tiempo, procede de la palabra persa ebri que significa “como una nube” o “nublado” y de la palabra chagatai ab-ru que significa "superficie de agua". Se cree que este arte surgió en Turkmenistán, en el siglo IX. Sin embargo no tenemos una información que documente este dato.

Se dice que el “ebru” más antiguo, que data del año 1447, se encuentra en el Palacio de Topkapi. Sin embargo, como no tenemos acceso a este “ebru”, podemos considerar que el más antiguo es del año 1554 y se encuentra, igualmente, en el Palacio de Topkapi.

En el Imperio Otomano el “ebru” se elaboraba originalmente en las academias imperiales de Palacio, pero con el tiempo salió del recinto palaciego y su práctica se extendió por toda Anatolia. Se trabaja con  materiales naturales. Se utilizan las ramas del rosal y las crines  del caballo como pincel, una clase de goma blanca obtenida de los vástagos de la planta del tragacanto para espesar el agua, bilis de ganado para poder mantener la pintura en la superficie del agua, y tierra, pigmentos u óxidos como pintura.

Uno se puede conseguir sus propias pinturas a partir de una tierra que no sea muy pedregosa, ni sucia.  Como el blanco y el blanco roto de la tierra de la zona de Göreme, el marrón oscuro de Sivas o  la tierra roja de Kütahya. Por tanto es posible ejercer el arte del “ebru” aprovechando toda la belleza de la naturaleza.

En la época del Imperio otomano se utilizó como fondo de los documentos estatales y de la correspondencia oficial para impedir la falsificación de los documentos, dado que los diseños de cada “ebru” son únicos. El “ebru”, que se utiliza para adornar las franjas de los manuscritos, para cubrir la parte interior de la tapa en encuadernación y como fondo de piezas de caligrafía, cobró aún más valor tras ser descubierto por los viajeros europeos. 

Los europeos llamaban al “ebru” “papel mármol” por la semejanza entre la forma veteada de los diseños y  las venas del mármol, y los árabes “Varaku´l mucezza” que significa "papel con venas".

El “ebru” es un arte que ayuda a apaciguar el alma y enseña a ser paciente, y tiene efectos terapéuticos positivos para los que padecen enfermedades psicosomáticas y los niños discapacitados. Su efecto relajante ayuda a equilibrar el sistema nervioso, asimismo el baile de  colores hace las delicias de los niños, que ya en si les gusta jugar con el agua. Es una realidad que incluso para dibujar una flor se deben coordinar los movimientos y así contribuye a su desarrollo.[4]


1.3 Marmolado

Las primeras pistas de la aparición de estas técnicas en Europa aparecen en el siglo XVI. El marmolado o también llamado en España jaspeado, incorpora técnicas puntuales como el peinado, utilizando peines para generar patrones simétricos, o las vetas, sombras que se generan en el papel a partir de un movimiento oscilante de la hoja, mientras es apoyada en el agua.

En un libro clásico en la materia, Anne Chambers explica:
“El papel jaspeado de importación se usaba en Holanda a fines del siglo XVI y se fabricaba en Europa Occidental alrededor de 1630. Existen muestras de la utilización de guardas jaspeadas en una encuadernación inglesa en piel, realizada en 1655, y el papel jaspeado sería ya de uso corriente en Inglaterra veinte años después”.[5]

1.4 El Acercamiento que se propone.

El tiempo de aprendizaje de estas técnicas, si bien es inmediato en su aplicación práctica, requiere de algunos elementos cuya enseñanza es, si no imposible, de difícil transmisión.

En Japón, la técnica se relaciona inmediatamente con la caligrafía y la poesía. En Turquía los estudiantes se dedican durante varios años al estudio de las técnicas y la obtención de los pigmentos.
  
Es un taller introductorio que pretende despertar la curiosidad del primer acercamiento. Las lecturas sugeridas pretenden, desde nuestra concepción occidental, incentivar algunas zonas de investigación en torno a una técnica netamente oriental. Es decir, en palabras de Amalia Sato:

“Los científicos de moda nos señalan que nuestra obsesión occidental por la verdad es una verdadera obsesión. Si entiendo bien, la causa de todo parece ser el que hayamos empleado principalmente el hemisferio izquierdo del cerebro, la mitad verbal, griega, ambiciosa, dominante. En el desatendido hemisferio derecho hay amor, intenciones, piedad, los modos más antiguos y orgánicos de experimentar el mundo en vez de tomarlo por la garganta”.[6]

Hasta bien entrado el siglo XIX, cuenta Anne Chambers, el oficio era de carácter “misterioso” y sus exponentes tomaban grandes precauciones para asegurarse de que sus secretos permanecieran en manos de pocas personas.

“Los encuadernadores, cuyo oficio, en los días en que el transporte era caro y escaso, abarcaba el jaspeado, y que fueron lo bastante generosos como para escribir acerca de él, lo hicieron de forma anónima, por temor a la ira de sus colegas. Hoy en día, por fortuna, esa actitud ha pasado de moda”[7]

La noción de vacío, la temporaria suspensión de la voluntad y el agua como elemento conductor son parte del misterio que envuelve a esta práctica antigua.


Gervasio Monchietti 




[1] Sato, Amalia. Japón en Tokonoma. Cap. 2 “Notas sobre estética japonesa”. 2001. pág. 37. 
[2] http://www.blog.singenio.com/2011/07/suminagashi-y-ebru-dibujando-sobre-el.html
[3] Rumbo, Silvana. http://lacosturavisible.blogspot.com.ar/2008/09/suminagashi-ebru-marmolado.html

[4] http://www.expozaragozaturkey.org/icerik.php?no=11
[5] Chambers, Anne. Guía práctica del papel jaspeado. Tellus, 1984. Pág. 7 
[6] Sato, Amalia. Japón en Tokonoma. Cap. 1 Escritura de mujeres en el Este de Asia. Pág. 12.
[7] Chambers, Anne. Op. cit. Pág. 12. 

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