El niño de Wong II
Hoy el día estuvo que no se decidía entre el sol y las gotas. Comimos budín, hicimos cuadernos y nos reímos de algunas cosas del mundo. A veces hablo en plural. Ayer fue un día ecléctico: fui a una muestra de libros antiguos: rollos, pergaminos, dípticos y códices religiosos. Ví una torá que de tan grande parecía una alfombra y unos libros del siglo XII con herrajes, una señora sorprendida por el estado de unos libros que tienen más de quinientos años. Vi un Jesucristo negro, de Etiopía.
Después fui a conocer la Reserva, es la zona verde de una ciudad toda cemento. Tomé fotografías hasta que un señor de seguridad, en un puente, me dijo que no se podía. Le pregunté por qué y dijo "es privado". Desde ese lugar se ve todo el contraste de la ciudad: casitas chatas, precarias y edificios como mastodontes desde donde se mueve la economía del país. O buena parte.
En un bracito del río pasaban patos. Las matas de pasto y las nubes se movían un poco al este.
Después fui a conocer el Centro Cultural Kirchner, un edificio gigante con una ballena azul en la fachada, una escarapela marina. Después volví a casa, en el 146, y compré una cerveza para no extrañar tanto los rituales.
Empieza un diario hacia atrás.
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