La poesía no es un proyecto

por Dorothea Lasky

Una vez escuché a un académico usar la palabra "proyecto" cuando presentaba a una poeta en una lectura. No paraba de hablar: "Su proyecto refleja el proyecto de Dickinson, blah, blah, blah". La comparación me parecía ok, pero no estaba segura de que la poeta en cuestión tuviera concretamente un proyecto. Hoy en día, los críticos de poesía y los académicos se refieren con frecuencia al cuerpo de obra de un poeta como un "proyecto", pero no creo que los poemas funcionen así. Creo que los poemas vienen de la Tierra y trabajan a través de la mente desde el suelo hacia arriba. Creo que los poemas son cosas vivas que crecen desde el suelo hacia el cerebro antes que cosas que el cerebro planta en la tierra. Creo que un poeta intuye un poema y un científico lleva adelante un "proyecto". No sé. Esto también parece equivocado. Los poetas y los científicos son muy parecidos en muchos aspectos. No debería hacerlos parecer tan distintos. Pero igual pienso que hay una diferencia. Y la diferencia, creo, es muy importante para la forma en que pensamos la poesía en el siglo XXI. Porque quiero que este nuevo siglo esté lleno de gente que escriba poemas, no lleno de poetas que lleven adelante proyectos y no hagan nada más.

Seguramente habrá algunas pocas personas que se enojarán sobre un aspecto superficial del mero hecho de traer esta idea a colación. "Pero yo tengo un proyecto", sin duda, dirán muchos. Y otros atestiguarán: "Oh, y el origen del término proyecto en el contexto de la poesía tuvo lugar en el momento en el que DADA..." (bostezo).

La verdad es que no quiero ser ofensiva con nada delo que cualquier poeta hace para escribir poemas. Lo que estoy tratando de decir es que es más probable que la mayor parte de los poetas realicen una acto de intuición antes que un proyecto.

Quizá debería olvidarme de todo este asunto. Quizá hoy en día un poeta que quiere ganarse la vida como poeta necesita tener un proyecto para sobrevivir y simplemente necesito entender este hecho en su dimensión justa. Pero cualquiera sea el caso (y este caso no es menor), no creo que a Emily Dickynson le importara un carajo tener un proyecto. El término restringe la inmensa obra que ella nos dejó.

Lo entiendo. La palabra proyecto viene de las artes visuales. Y también de otros mundos como la ciencia, los negocios y la educación. Pero sobre todo del mundo de las artes visuales. Y si hay algo que los poetas quisieran ser hoy es artistas visuales. ¿Por qué? Porque los artistas visuales tienen toda la plata. Todavía tener un proyecto (y rotularlo) sigue siendo una poderosa herramienta. Un poeta con un proyecto tiene todo establecido incluso antes de empezar. Un poeta con un proyecto nombrable parece sabio y mejor que uno con proyectos sin nombre.  Pero esta forma de pensar se me figura como una gran estupidez que nadie quiere aceptar como tal. Yo creo que si de verdad sos un poeta, no pensás que esta es la forma en la que funciona la poesía.

Cuando mencioné el verbo "intuir" más arriba -que los poetas intuyen los poemas- lo que realmente quería decir es que crear algo como un poema significa que el mundo exterior de una artista y las pulsiones internas dentro de ella se mezclan y se difuminan. Pero el impulso es algo tan humano, tan instintivo, que quizá sea difícil tomar suficiente consciencia de él como para poder nombrarlo.

Nombrar las intenciones de uno es genial para algunas cosas, pero no para la poesía. Podría argumentar que un poeta con un "proyecto" que puede explicar con lucidez es, en el mejor de los casos, un poeta bastante aburrido. O solo un poeta bebé, no un gran poeta. Un poeta que dice que tiene un proyecto probablemente no entienda la idea de habitus y su intersección con el acto de creación. Lo que es lo mismo que decir que cuando una poeta interactúa con el campo o dominio de la poesía, es tan consciente de la enorme historia que representa en sus palabras, que deja que esta historia la aplaste. Sí, creo que el término proyecto no tiene nada que ver con la poesía.

Es más, creo que la noción de un proyecto poético puede llegar a ser tóxica para la poesía. Y tóxica para la poesía no sólo en el sentido de ser mala para los poetas que están viviendo y trabajando en el contexto de la poesía hoy; sino también tóxica para los nuevos poetas que están surgiendo entre nosotros. Y para los futuros poetas que todavía no existen. El término "proyecto" parece sugerir que un poeta puede empezar a transitar el camino de su vida sabiendo todo el tiempo qué es lo que hace. Y decirle esto a un joven poeta es hacerle sentir que tiene que saber las dos cosas: saber cómo se hace un proyecto y saber cómo hacer un poema. Si alguien está destinado a ser un gran poeta, nunca sabrá cual era su proyecto en realidad, no importa que diga cuál es o fue su proyecto, ni lo que pueda imaginar que es. Lo que es lo mismo que decir que un poema, al igual que una cosa, se resiste a que se hable sobre él en su no linealidad. En su mismísima linealidad. En la vida real del poema, maldición.

Dorothea Lasky (St. Louis , 1978) publicó Awe, en 2007 y Black Life en 2010. Poetry is not a proyect fue publicado por Ugly Duckling Presse, en 2010. Traducción: Cecilia Pavón.

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